
Llevaba tiempo queriendo conocer el nuevo restaurante de Charlie Palmer en Nueva York, y anoche por fin lo conocimos. Situado en el Upper East Side, a escasas dos manzanas de Central Park, el restaurante ocupa un local de corte clásico, dividido en dos plantas.
Empezamos con un aperitivo a base de tiritas de salmón con corteza de naranja. Rico y refrescante. Después, nos decantamos por el menú degustación, que consistía en 5 platos y dos postres. Empezamos con un sashimi fino de atún, sobre una cama de escarola y cítricos. El sashimi era mas bien una pequeña muestra, y en el plato predominaba la escarola por encima de cualquier otra cosa.
Después una ensalada de langosta con alcachofas, trufa y patatas nuevas. La trufa, pese a asegurarnos que era italiana y fresca, era congelada y sin ningún sabor. De textura, parecía cartón. La langosta, plástico. Difícil sorprender a un español con marisco de fuera de España...
El mejor plato del menú, un taco de salmón a la parrilla, con hierbas provenzales, acompañado de una crema de maíz dulce. Rico, crujiente, y sabroso.
Seguimos con un foie a la plancha, caramelizado con vinagre, y acompañado de una mermelada de tomate y endivias. Excesivamente grasiento, poco logrado, y sin interés ninguno.
Para terminar, unos lomos de confit de pato, acompañado de miel y zanahorias. Bastante tierno el pato, aunque sin sabor. Una pena.
De postre, una infusión de sandia granizada, con bolas de tapioca. Curioso, pero sin mayor emoción. Para terminar, una tarta tatin de albaricoques, moras y jengibre, acompañado de un helado de vainilla.
Finalmente resulto ser una decepción este restaurante. El servicio bueno y atento, aunque excesivamente pesado. El precio, excesivo para los resultados comprobados. Como vino, un Syrah de Sonoma (California, EE.UU.).
Empezamos con un aperitivo a base de tiritas de salmón con corteza de naranja. Rico y refrescante. Después, nos decantamos por el menú degustación, que consistía en 5 platos y dos postres. Empezamos con un sashimi fino de atún, sobre una cama de escarola y cítricos. El sashimi era mas bien una pequeña muestra, y en el plato predominaba la escarola por encima de cualquier otra cosa.
Después una ensalada de langosta con alcachofas, trufa y patatas nuevas. La trufa, pese a asegurarnos que era italiana y fresca, era congelada y sin ningún sabor. De textura, parecía cartón. La langosta, plástico. Difícil sorprender a un español con marisco de fuera de España...
El mejor plato del menú, un taco de salmón a la parrilla, con hierbas provenzales, acompañado de una crema de maíz dulce. Rico, crujiente, y sabroso.
Seguimos con un foie a la plancha, caramelizado con vinagre, y acompañado de una mermelada de tomate y endivias. Excesivamente grasiento, poco logrado, y sin interés ninguno.
Para terminar, unos lomos de confit de pato, acompañado de miel y zanahorias. Bastante tierno el pato, aunque sin sabor. Una pena.
De postre, una infusión de sandia granizada, con bolas de tapioca. Curioso, pero sin mayor emoción. Para terminar, una tarta tatin de albaricoques, moras y jengibre, acompañado de un helado de vainilla.
Finalmente resulto ser una decepción este restaurante. El servicio bueno y atento, aunque excesivamente pesado. El precio, excesivo para los resultados comprobados. Como vino, un Syrah de Sonoma (California, EE.UU.).
Datos practicos:
AUREOLE
34 E. 61st Street, Suite 2A
New York, NY 10021
Tel. (212) 319-1660
Precio medio: 100 euros
No hay comentarios:
Publicar un comentario