viernes, 27 de julio de 2007

Senzone (Sevilla)

Aprovechando nuestra reciente visita a Sevilla, y alojados en el Hotel Las Casas del Rey de Baeza, decidimos disfrutar de este maravilloso patio que mostramos en la imagen, y quedarnos a cenar en su restaurante Senzone. Perteneciente a la cadena Hospes, el hotel es un agradable reducto de tranquilidad y buen trato, que sin embargo se vio empañado en diversas ocasiones por fallos casi de principiante.

Pero centrémonos en el objetivo de este blog, que no es otro que los restaurantes (ya está en proyecto un nuevo blog sobre hoteles, pero todo a su tiempo...). La verdad es que el entorno te hace sentarte en la mesa deseoso de dejar que te sorprendan. Tranquilo, agradable, deliciosa temperatura. El servicio joven pero amable y muy educado. Sirviendo con guantes (qué poco se ve ya y cómo me gusta), siempre atento a las necesidades de los clientes.

La carta tiene bastantes sorpresas agradables. Al menos a la vista. Creaciones idílicas sobre el papel, que sin embargo, como ahora veremos, al final no saben redondear lo suficiente. La cena comienza con una cata de aceite con 5 sales diferentes: del Himalaya, especiada, negra, etc. Interesante, y un detalle agradable. Compartimos 4 platos, que fueron de más a menos.

Para empezar, un salmorejo de cerezas, con sardinas en escabeche. Exceso de vinagre, que predominaba sobre cualquier otro sabor. Las sardinas llenas de escamas, resultaba desagradable comerlas. Pese a todo, casi fue lo mejor de la cena. Después un tartar de salmón con espuma de melón. Lo mejor, la espuma de melón. El tartar sólo sabía a cebolla, que estaba excesivamente presente. El salmón insípido y escaso en relación a la cantidad de cebolla.

Como segundos platos, una pasta y un pescado. Como pasta, unos raviolis de hongos y trufa. A la pasta le faltaba medio minuto de cocción, y llegaron completamente fríos a la mesa. De sabor bastante ricos, y (raro es) tenían mucha trufa. Sin embargo, la pasta fría pierde demasiado. El pescado, un San Pedro, pasado, muy pasado. Estaba seco, sin sabor, de textura indefinible. Un horror.

Ante el éxito, decidimos ahorrarnos los postres. Lo sentimos por el entorno, más que agradable, pero la próxima vez habrá que venir cenados. Una pena...

Datos prácticos:
SENZONE
(Hotel Las Casas del Rey de Baeza)
Santiago, 2. Plaza Jesus De La Redención
41003 Sevilla
Tel.: 954 561 496

Precio medio: € 45
Accesible silla de ruedas (acceso desde el parking en ascensor. Desde la calle, hay 4 escalones)

El Patio de Leo (Madrid)

Son muchos los comentarios, casi siempre buenos, que se leen y escuchan sobre El Patio de Leo desde que Alfonso lo abrió en 2004, así que hoy intentaré añadir a todos ellos mi opinión. Anoche, cena familiar en esta casa, situada en las inmediaciones de Arturo Soria. Al acceder al restaurante nos encontramos una pequeña barra y la recepción. También una zona en la que en caso de necesidad pueden llegar a habilitar una pequeña mesa. De frente, las escaleras que bajan al comedor. Pequeño, quizás un poco frío.

Nos decidimos por el pequeño menú degustación (€ 42). Hay otro más largo, pero "operación bikini" obliga... Como "amuse gueles" unos chips de plátano macho y yuca (exquisitos), un chupito de crema de maíz y calabaza (algo sosa) y una sorprendente croqueta de morcilla y espinacas, muy suave y cremosa.

El menú empezó con un Salmorejo de cerezas con helado de tónica y parrochita marinada. A mi me resultó rico, diferente, refrescante en esta época veraniega. Mis acompañantes lo encontraron un poco empalagoso, demasiado intenso... Seguimos con un clásico de Alfonso, el huevo pochado en manteca colorá, patata ahumada y tocino. ¡Una bomba! Sabores bastante logrados, pero excesivamente pesado y grasiento, especialmente para cenar. El exceso de ajo predomina sobre cualquier otro sabor, lo que no siempre resulta agradable.

En el apartado de platos principales, un pescado y un ave. Confit de atún con migas de aceituna aliñada y anchoa espumada. El atún, cocido en aceite, queda suave, esponjoso y jugoso. Muy rico. El complemento de miga de aceituna y espuma de anchoa le aporta una nota agradable y divertida. Un plato muy buen resuelto. Como ave, suprema de pintada de Bresse con escabeche de vainilla, Celeriac en puré y ensalada de trufa. El punto de la pintada excelente. Muy sabrosa y tierna.

A la hora del postre, pedimos un pequeño cambio sobre el menú estándar, ya que queríamos probar el nuevo postre estrella de Alfonso. Y desde luego mereció la pena. Se trata de una torre de caramelo de naranja rellena de mousse de café, con fresitas del bosque y tofe de miel de azahar y plátano. Una exquisitez. Se trata de uno de los mejores postres que hemos probado últimamente.

A destacar el servicio. Muy atento y profesional. La presentación de los platos inmaculada y todos los servicios diferentes y muy vistosos. La carta de vinos algo corta en mi opinión, y sin aportar muchas novedades. Tuvimos mala suerte. Nuestras dos primeras opciones no las tenían disponibles, así que acabamos pidiendo un Pétalos 2005, del Bierzo - Álvaro Palacios (€ 29). No tiene nada que ver con el de 2004. Este está aún sin hacer.

La factura subió hasta los € 65 con el vino, agua, pan e IVA. Puede que salgas con la sensación de que es un poquito caro, pero a la mayoría merecerá la pena. Creo que se trata de un restaurante prometedor, que merece la pena conocer, pero al que sin lugar a dudas aún le quedan muchas cosas por decir...

Datos prácticos:
EL PATIO DE LEO
c/ Agastia, 122
28043 Madrid
Tel.: 91 519 67 40

Precio medio: € 60
No accesible silla de ruedas (hay bastantes escaleras). Sin embargo, sí pueden habilitar una pequeña mesa en la planta de arriba, a la que se accede sorteando "sólo" tres escalones en la entrada al local.

jueves, 12 de julio de 2007

Pulcinella (Madrid)

Empezamos este blog tratando de restaurantes de factura elevada. Pero no queremos olvidarnos tampoco de aquellas casas que logran magníficos resultados, al tiempo que contienen la cuenta. Doble mérito. Ese es el caso de Pulcinella, sin lugar a dudas el italiano más auténtico de Madrid. Los que me conocéis un poco sabéis además que yo tuve un italiano, por lo que entiendo bastante de este tipo de cocina, y espero poder daros una visión acertada de esta Trattoria.

Pulcinella se encuentra en la calle Regueros, una pequeña y empinada calle que discurre entre Belén y Fernando VI. El local tiene tres salones distintos, uno en planta calle, y los otros dos subiendo cuatro escalones. Las paredes, de ladrillo visto, decoradas con fotos relacionadas con Italia (Sofía Loren, Capri, Positano, etc.). Las mesas están bastante juntas, y puede resultar también un poco ruidoso, pero en cuento llega la comida, esas incomodidades compensan. Ahora han puesto dos pequeñas mesas en la calle, pero no parecen lo más cómodo del mundo. Entre los camareros, predominan los italianos. El local siempre está lleno (¡ni se os ocurra ir sin reservar!), por lo que a veces pueden ser un poco lentos, pero su simpatía y amabilidad lo suplen con creces. Un italiano (Alberto) y un jerezano (JuanMa), cuidan de todos los detalles, y siempre saben cómo lograr que todos salgan encantados.

Como decía, la cocina, auténticamente italiana. Merece mención esepcial la mozzarella, que llega fresca todos los jueves (los miércoles muchas veces ya no les queda), es de las más ricas que se pueden tomar. Recomiendo tomarla tal cual llega a la mesa, o como mucho con un poquito de aceite y pimienta. También gusta a todos el provolone al horno, con salsa de tomate. Recomiendo pedirlo con una focaccia para acompañar. Rico el vitello tonato, muy buena la ensalada de rucola y parmesano, y también las berenjenas con tomate y queso.

Las pizzas las hacen en horno de leña, y se nota. La masa muy fina, el tomate de primera, y el borde gordito y esponjoso. Recomiendo especialmente la de rucola, con tomate y mozzarella. Tan sencilla, que permite apreciar la verdadera calidad de la pizza. Sin embargo, partiendo como es el caso de tan buena masa, un pizzaiolo de primera, y condimentos de calidad, el resto ya es cuestión de gustos. Todas las pizzas están ricas. Quizás, la peor la calzone, pero reconozco que tampoco soy muy fan de ese tipo de pizza.

Entre las pastas, enocntraremos pasta fresca, seca y rellena. Para mi siempre es obligado pedir unos spaghetti con tomate. Es muy simple, pero parecen recién sacados de la cazuela de una mamma siciliana. ¿El secreto? Pedirles que dejen el tomate un poco entero. Así están aún más ricos. Casi todas las pastas están ricas, aunque recomiendo tener un poco de cuidado con las pastas (especialmente las rellenas) acompañadas de salsa de queso. Se hacen demasiado pesadas y empalagosas, y en cuanto se va enfriando la salsa, aquello no hay quién se lo coma. Si os gusta el picante, tienen un aceite picante que combina muy bien con las pizzas y pastas. Eso sí, pica pica.

Las carnes, un par de cosas sencillas como tiras de solomillo, no son la especialidad de la casa, y yo casí me centraría mejor en pastas y pizzas, que es lo que de verdad aquí saben hacer como en ningún otro sitio de Madrid.

Entre los postres, rico el tiramisú, casero, y muy cremoso. Los helados son nada especiales. La carta de vinos, muy centrada en referencias italianas, aunque también se completa con clásicos españoles. Los vinos, igual que la comida, muy bien de precio.

Sin duda el mejor y más auténtico italiano de Madrid, tanto en ambiente como en cocina. Los precios muy contenidos, y no es difícil comer por €25. ¿Lo peor? Es difícil aparcar.

Datos prácticos:
PULCINELLA
c/ Regueros, 7
Madrid
Tel.: 91 319 73 63

Precio medio: € 25
Accesible silla de ruedas (pedir una de las mesas que están en la entrada. Para los otros dos saloncitos hay que subir 3 ó 4 escalones.)

viernes, 6 de julio de 2007

Por fin (Madrid)

Interesante fórmula la que tiene este restaurante escondido en un esquinazo al final de General Orgaz. Lo primero que llama la atención al llegar es precisamente eso, el emplazamiento, la disposición de la barra, y el ambiente de "colegueo que se huele nada más entrar en el local".

Nos recibe Pepe Qüenco (miembro de la familia que lanzó aquella gran casa que fue el Qüenco, desgraciadamente bastante desmejorado en los últimos tiempos). Amable y sonriente, ayer sin voz aún padeciendo el exceso de celebraciones por su querido Sevilla F.C., Pepe saluda a la gente por su nombre, y acompaña a los clientes a un diminuto, pero acogedor comedor. Sin duda, la clientela es fija, eminentemente joven.

La fórmula de este restaurante, como decía, es bien interesante. Aperitivos, entrantes, postre y vino, fijos. Larga selección de segundos para elegir. Precio, también fijo. Por unos muy razonables € 35 (todo incluído) nos da de cenar.

Al llegar a la mesa, los aperitivos y el vino se encuentran esperándonos. Un juego visual, que sin embargo creo hace perder a los alimentos algunas de sus cualidades, especialmente ahora en verano. Como aperitivos, unas gambas en gabardina (el rebozado un poco tosco), un foie mi-cuit (elegante, refinado, aunque pierde un poco de consistencia al permanecer en la mesa esperando a los comensales) y salmorejo (quizá demasiado espeso, pero rico).

Como entrantes, un clásico tierra, mar y aire (espárragos verdes, huevos rotos y gambas) muy conjuntado, y con tanto los huevos como los trigueros perfectos de punto (ambas cosas difíciles hoy en día). Seguimos con unas croquetas de centollo, acompañadas de una salsa de cava y naranja, que sin embargo Pepe nos desaconseja (curioso, ¿cómo acompaña el plato entonces?). Las croquetas muy bien de fritura, aunque puede que en exceso saladas. Pese a la recomendación de Pepe, sí las prueba con la salsa, que suaviza su sabor, y mejoran bastante. Como último entrante, un risotto con setas. Decepcionante. Fuera de punto (pasado), demasiado cremoso, el grano de arroz deshecho,... Curiosamente el conjunto aportaba en paladar un resultado aceptable, pero nada tiene que ver con un risotto.

En el apartado de platos principales, probamos un atún rojo de almadraba, con arroz blanco, y una merluza rebozada en salsa de txipirones. El atún rico, aunque demasiado hecho (pese a haberlo pedido expresamente "casi crudo"). La merluza, más floja que el atún, aunque a estos precios no se puede esperar una merluza de pintxo. Tendrían que trabajar eso sí, un poco más la salsa de txipirones, demasiado artificial.

De postre, un refrescante conjunto de sorbetes caseros (regaliz, trufa, mandarina, etc.) con frutas de temporada. Como vino, un correcto Rioja crianza 2001, Antigua Usanza.

Pepe, quién se encarga casi en solitario de la sala, nos obsequia, como hace siempre, con unos licores, e incluso nos pone las copas que le solicitamos.

En resumen, Por Fin demuestra que se puede comer correctamente (incluso bastante bien) por un precio muy muy ajustado. ¡Volveremos!


Datos prácticos:
POR FIN
Calle General Orgaz, 9
Madrid (Tetuán)
Tel.: 91 571 81 70

Precio medio: € 35 (menú cerrado, IVA y bebidas incluidas)
Accesible silla de ruedas
Cierra domingo y lunes.

martes, 3 de julio de 2007

Ca Sento (Valencia)

Segunda visita en menos de un mes a Ca Sento, y cada vez nos gusta más. Raúl Aleixandre hace una magnífica labor al frente de este restaurante, pero gran parte del mérito lo tiene que compartir con Jose, un sommellier que no sólo sabe, sino que además es capaz de transmitir su amor y pasión por el buen beber.

En esta ocasión nos habían elaborado un menú de encargo, con el que dos buenos amigos quisieron obsequiarnos. Fue una verdadera fiesta, que disfrutamos hasta más allá de las tres de la madrugada, y a la que se unieron en las copas Raúl y Jose.

Empezamos con unos dátiles de mar en su salsa marinera, tan frescos que aún olían a Mediterráneo. Seguimos con unos buñuelos de bacalao al all i oli (exquisitos, siempre han sido uno de los distintivos de esta casa), una anchoa con una ligera salsa de tomate y berenjenas (qué pena que se estén acabando las anchoas, porque cuando logras probar una anchoa como la que nos dio Raúl, te gustaría alimentarte todos los días de anchoas) y otros dos dátiles de mar, esta vez crudos. Puede que este fuera el único pero a la cena. La mayoría de los comensales encontró algo cansino volver a repetir de dátiles, en una preparación además mucho más complicado por su sabor demasiado intenso.

Para seguir con el festín, gamba roja de Cádiz. Puede que penséis que exagero, pero creo que fue la gamba roja más sabrosa que he comido en mi vida. ¡Qué sabor! ¡Qué color! ¡Qué textura! ¡Qué punto de cocción!

Después, puré de patatas con caviar, servido en copa de martini. Ligero, sutil, de sabor enamoradizo. Nos habían prometido percebes, pero Raúl no consideró que tuvieran la calidad apropiada, y los sustituyó por unas cigalas en costra de sal, que mereció mucho la pena probar. La costra de sal hace que se cocinen en su propio jugo, por lo que quedan tiernas y muy sabrosas, con una textura casi de libro. ¡Qué punto le dan en esta casa al marisco!

Con el siguiente plato nos pasó lo mismo que con los percebes. Veníamos soñando con una ventresca de atún que ya en nuestra última visita nos sorprendió muy agradablemente. Sin embargo, el género recibido no estaba a la altura de la casa, y fue sustituido por un San Pedro con langostino rojo y salsa de tuétano con cítricos , iceberg y naranja. Reconozco que pese a echar de menos la ventresca, mereció mucho la pena probar el San Pedro. Muy interesante el contraste del pescado con la frescura de los cítricos.

Por último, sin duda mi plato favorito en Ca Sento, y un canto a su ubicación geográfica: arroz a la plancha con gamba del litoral. La idea es muy sencilla, desgraciadamente su preparación no tanto. Se prepara un arroz en puchero, que quede bastante meloso. Posteriormente, sobra una plancha muy caliente, se extiende una fina capa de este arroz, formándose una costra en su capa inferior. Rápidamente se enrolla, formando una especie de cilindro, y se presenta. El resultado obtenido es un arroz muy jugoso, con una capa de socarrat. Sin duda, el arroz más rico que jamás haya probado.

Llegados al postre, las risas y caras de felicidad eran patentes en todos nosotros, pero no por ello dejamos de tributar merecido homenaje al postre, unos raviolis de chocolate con helado de caramelo y especies, y aire de vainilla. ¡Exquisito!

Como veréis, he dajado para el final el apartado de bebidas, pero no por ello quisiera restarle la importancia que se merece. Así como Raúl nos preparó un festín en cocina, Jose no se quedo atrás con su bodega, y bebimos a un nivel fácil de igualar. Para empezar, todos los vinos estaban descorchados desde las siete de la tarde y las copas envinadas.

Empezamos con un Champagne Brut Jacques Selosse, blanc de blancs, como reza la botella “un vin avizé pur, millesimes assembles selon la pratique de la solera”. Es decir, se trata de un Champagne envejecido en bota de Jerez. Una maravilla para el paladar, desgraciadamente casi imposible de conseguir.
Seguimos con un Donnhoff, hermannshohle riesling, 2005, trocken - blanco muy afrutado, exquisto, que maridaba perfectamente con el marisco de cola que llegaba de cocina. Para el pescado y arroz, un sorprendente Clarendon Hills Romas, 100% garnacha, de Romas Vineyard – Australia. Tremendo en nariz, con matices que cambian cada minuto. Un lujo para todos los sentidos.

Para el postre, un Tokaji, Chateau Dereszla, 2000, 5 puttonyos – un soberbio colofón para esta cena.

No podemos olvidarnos del broche final. Por un lado, puros Cuaba Habana Cuba lancero. ¡Qué delicadeza de puro! Jose los prepara como ya pocos saben, y llegan a la mesa perfectos. Para acompañarlos, los famosos gin-tonics de Jose, preparados con ginegra Millers, dos tónicas mezcladas (schweppes y fever tree), limas de Brasil (muy honestas según Jose), y hielo 80% ósmosis, con muy poca veta.

Cada día se come mejor en Ca Sento, cada vez refinan más su preparación, y la calidad de sus materias primas, como siempre, de lo mejorcito de España. Por eso, desde esta semana, Ca Sento asciende aún más en mi clasificación personal. ¡Qué ganas de volver!

Datos prácticos:
CA SENTO
c/ Menéndez Nuñez, 27
46024 Valencia
Tel: 963301775

Precio medio: € 120
Accesible silla de ruedas

Dominus (Madrid)

El otro día organicé una comida de trabajo en Dominus, deseoso de conocer este “restaurante – vinoteca" que Carlos Maribona (afamado crítico gastronómico de ABC) situaba hace poco entre sus restaurantes favoritos de Madrid. Cada vez más, empiezo a pensar en la existencia de algún tipo de intereses ocultos detrás de las crónicas y opiniones de los críticos profesionales, y mi visita a Dominus me reafirmó en ello. Precisamente esta ha sido una de las razones para poner en marcha este blog. Podéis estar o no de acuerdo con mis opiniones, pero al menos sí os queda la tranquilidad que no me gano la vida con ello, y por tanto os garantizo mi honestidad y buena fe. De todas formas, la lista de favoritos de Caros Maribona que comentaba, será objeto de un comentario en breve por mi parte. Puedo coincidir con él en algunos puestos, pero la aparición de La Broche como nº 2 y Europa Decó en el 3 chirrían tanto que ya de por sí invalidan la credibilidad de dicha clasificación.

Pero no quiero perderme con esos temas, así que paso a centrarme en Dominus, que es lo que hoy nos ocupa. El local, gerenciado por algunos “ex - Cuenllas” , se encuentra en una pequeña bocacalle de Guzmán el Bueno, casi a la altura de Alberto Aguilera. Nos sentaron en un pequeño privado, bastante agradable, aunque las paredes no llegan hasta el techo, y el ruido de la sala (excesivo) penetra con facilidad.
Ante la sugerencia del maître nos decantamos por el menú degustación. El servicio, soberbio, incluso irritante, demostrando una amabilidad forzada y poco natural, que llega a hacerse desagradable. También nos dejamos aconsejar en el vino. Nos sirvieron un Ribera del Duero, María Alonso del Yerro, que pese a haber obtenido 98 puntos por Parker, claramente mostró no estar en punto óptimo de consumo: demasiado ácido, sin hacer, exceso de taninos,…

Empezamos con un gazpacho, ni bueno ni malo, que simplemente nos dejó indiferentes. Proseguimos con una ensalada de queso de cabra con alcachofas y pimientos rojos asados. Buena la presentación, y en líneas generales plato bastante equilibrado, aunque dejaba una sensación un poco de pesadez al final.

Seguimos con unos chipirones dorados en plancha con salsa de trufas sobre puré de patatas y foie mi-cuit. ¡Una bomba! Sabores dispersos y mezclas arriesgadas. Los chipirones tirando a chiclosos, y todo “nadando” en varias salsas. Aún en el apartado de los pescados, un atún rojo de almadraba, con crema de cebolleta, puré de batata y vinagreta de pimientos con Modena. El atún demasiado hecho, y una vez más abusando de salsas que no aportan nada al plato sino todo lo contrario.

Como carne, una carrillera de cerdo ibérico al aroma de manzanilla y acompañado de judías, estas últimas duras, correosas e incomibles. Como no podía ser de otra forma, todo nadaba de nuevo en salsa. La carrillera en si misma estaba rica, pero el resto del plato era para devolverlo. Aún así, todos coincidimos que había sido lo más decente de la comida hasta ese momento.

Como colofón, una sopa caliente de fresón con reducción de nata y helado de aceite de oliva. El helado rico, aunque sin llegar a sorprender. La sopa de fresón, probablemente estaría mejor fría, ya que templada no acaba de caer bien en boca. Con el café unas mignardises, que sin duda fueron lo mejor de la comida.

Muy decepcionante este encuentro con el trabajo del Chef Antonio del Álamo. Nos costará darle una segunda oportunidad. Para colmo, los tres comensales estábamos al día siguiente con indigestión.

Datos prácticos:
DOMINUS
Francisco de Ricci, 15
28015 Madrid
Tel.: 91 540 10 09

Precio medio: € 60
Accesible silla de ruedas